EN MODO SINODALIDAD
El pasado sábado 28 de octubre, se concluyó la primera sesión del Sínodo sobre la Sinodalidad. Desde el año 2021, cuando el Sínodo fue convocado por el papa Francisco, la Iglesia ha venido adelantando esfuerzos para escuchar a todos y para caminar juntos; se ha hecho un proceso de escucha sinodal en toda la Iglesia, desde las comunidades parroquiales, pasando por la Diócesis, las Conferencias Episcopales, la asamblea continental y ahora la etapa universal, en donde se evidencia que muchas voces han sido escuchadas para ser tenidas en cuenta en su sentir, en su modo ser y de estar en la Iglesia. Tres años en que se ha hablado de Sinodalidad.
Hablar de sinodalidad es hablar del mismo ser de la Iglesia. Ella es sinodal, es decir, es Comunión relejo de la comunidad Trinitaria Perfecta, es Participación en cuanto que todos sus miembros participamos de un mismo cuerpo que es Cristo, y por ende participamos de su misma vida y tarea, y es Misión en cuanto que igual que Cristo la Iglesia está llamada a llevar el mensaje de buena nueva a todos. Ser más conscientes de esta realidad esencial, Iglesia comunión, participación y misión, es la tarea propia del Sínodo.
Cuando se reflexiona con mayor profundidad sobre esta realidad eclesial, los resultados de esta reflexión impregnan necesariamente el modo de ser, de estar y de realizar la acción evangelizadora, haciendo que la sinodalidad sea un estilo de ser Iglesia más cercano al querer de Dios para mostrar su rostro en el mundo de hoy. Además de lo anterior, permite que caminemos juntos como hermanos para conseguir que el mensaje del Evangelio llegue a todos, impregne cada cultura, de sentido a la vida del hombre de hoy para construir un mundo mejor.
Ser más conscientes del ser sinodal de la Iglesia, permite también que ad intra de ella, existan estructuras que posibiliten la mayor participación de todos, estructuras de participación que hacen que las decisiones sean tomadas en clave de comunión, y así, las acciones puedan llegar a ser más significativas en la vida de las personas, inmersas muchas veces, en realidades complejas y dolorosas.
Otro aspecto fundamental como resultado sobre la reflexión sobre la sinodalidad, además el modo o estilo de ser Iglesia y la posibilidad de tener estructuras de participación, son los distintos eventos masivos que evidencian públicamente los dos aspectos anteriores: diferentes encuentros y actividades con familias, con jóvenes, con niños, con personas vulnerables, que facilitan y hacen posible el estar juntos, el compartir como hermanos y unir esfuerzos que lleven a conseguir un mismo fin.
Por todo lo anterior, el Sínodo sobre la Sinodalidad, es un regalo que Dios hace a su Iglesia en esta primera mitad del siglo XXI, es la bendición de ser una Iglesia que bajo la acción del Espíritu Santo busca estar siempre renovada, como la esposa que se embellece para su esposo. Que nuestra oración por el Sínodo sea constante, y que profundizando en el miso ser nuestra identidad como Iglesia avancemos por los caminos de la salvación.
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