
Ser catequista hoy: una vocación, una formación y una misión.
¿Qué significa ser catequista hoy? Esta es una pregunta que muchos se hacen, especialmente en un mundo que parece cada vez más alejado de Dios y de la Iglesia. Ser catequista no es solo enseñar doctrina o preparar para los sacramentos, sino ser testigo de la fe, acompañante del crecimiento y mistagogo de la iniciación cristiana. Ser catequista es una vocación y una misión, que requiere una formación adecuada y continua.
La formación de los catequistas es una necesidad y una exigencia, porque sin ella no se puede transmitir la fe con calidad y eficacia. La formación de los catequistas es una oportunidad y una gracia, porque con ella se puede crecer en la fe, en la vocación y en el servicio. La formación de los catequistas es una dimensión esencial de la catequesis, que la Iglesia ha subrayado en el nuevo Directorio para la Catequesis.

La ESPAC es una respuesta a esta necesidad, oportunidad y gracia de la formación de los catequistas.
La ESPAC ofrece una formación catequística orgánica y sistemática, de carácter básico, dentro de la modalidad de una escuela de catequistas como espacio particularmente válido para su formación espiritual, doctrinal y apostólica. La ESPAC forma catequistas que adquieren los conocimientos necesarios para cumplir su misión de manera viva, activa, dinámica y acorde al contexto en el que están llamados a evangelizar.
La ESPAC también es una experiencia de comunión y de misión, que se vive en los congresos nacionales de catequistas, como el que se realizó recientemente en Ibagué, con el lema: “Catequista testigo, acompañante y mistagogo”. En estos encuentros, los catequistas profundizan en los temas de la ministerialidad, el acompañamiento, la mistagogía y los entornos protectores. Además, comparten experiencias, interculturalidad y momentos de oración. Estos encuentros son muy enriquecedores y ayudan a fortalecer la identidad cristiana y el compromiso catequístico.
Ser catequista hoy es un desafío y una alegría, que se asume con responsabilidad y con pasión. Ser catequista hoy es una respuesta al llamado de Dios y de la Iglesia, que se realiza con formación y con misión. Ser catequista hoy es una aventura y una gracia, que se vive con testimonio, con acompañamiento y con mistagogía. Ser catequista hoy es una bendición y una esperanza, que se comparte con los niños, los jóvenes y los adultos, en consonancia con su realidad cultural. Ser catequista hoy es una forma de ser y de hacer Iglesia, al servicio del Reino de Dios.
Maria Teresa Amórtegui